Bienvenidos a «Conmispiesdescalzos»

Caminar descalzo sobre la tierra húmeda, entre hojas secas y charcos de agua de lluvia, era para mí mucho más que un juego de infancia. Era un acto de conexión con la tierra, un ejercicio de libertad, un susurro de sanación en la brisa del campo cubano. En aquellos días de niñez, no sabía aún que cada paso sin zapatos era, en realidad, un símbolo de algo más grande: la invitación a caminar la vida sin miedo, sin máscaras, con el alma desnuda ante Dios.

Este niño fue creciendo: de un niño campesino a un adolescente inquieto, de un joven atrevido a un activista incansable por los derechos humanos. Su camino lo llevó al exilio, donde aprendió a reconstruirse con las manos, trabajando en la construcción, hasta que un día, en medio del polvo y el concreto, cayó de rodillas y se reencontró con Dios. Ese fue el momento en que su vida dio un giro profundo.

Bienvenidos a este viaje. Bienvenidos a «Conmispiesdescalzos«

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